El pasado 11 de febrero, los intrépidos alumnos de 1º realizaron una salida
para visitar Urueña, también conocida como la Villa del Libro, en Valladolid.
Lo cierto es que, en un principio, parecía que el tiempo no nos iba a
acompañar, pero fue pisar tierras vallisoletanas y los rayos de sol hacer su
presencia.
Con nuestras mochilas a la espalda, bajamos del autobús con una sonrisa y
nos dirigimos al Centro e-LEA Miguel Delibes (Espacio para la Lectura, la
Escritura y sus Aplicaciones). Nos atendieron muy amablemente y nos dividieron
en dos grupos; mientras 1º A Y B realizaban un taller de caligrafía, los
alumnos del C y D visitaron la exposición permanente dedicada a los elementos y
utensilios que han secuenciado la lectura, la escritura y sus distintos soportes
a lo largo de la historia. Transcurrido el tiempo de las actividades, los
grupos se intercambiaron, no sin antes pasar todos ellos por el museo del
cuento.
En dicho lugar, contemplamos las creaciones artísticas que Rosana Largo
realizó sobre los relatos de la literatura clásica infantil más
conocidos: La Cenicienta, La Bella Durmiente, Alicia
en el País de las Maravillas, Peter Pan... Sin duda alguna, fue
en este momento donde todos dejamos volar nuestra imaginación y nos sentimos,
por un instante, protagonistas de las historias que nos contaban nuestros
padres y abuelos cuando todavía no sabíamos leer y nuestra mente era el arma más
poderosa con la que podíamos soñar.
Eran las 14:00 h. y decidimos comer en la plaza del pueblo. Los
alumnos tuvieron un poco de tiempo libre y aprovecharon para intercambiar
opiniones y recorrer otros espacios del pueblo dedicados al libro y a la música.
El tiempo transcurría y llegó la hora de ver el museo de las campanas,
perteneciente al Centro etnográfico Joaquín Díaz. La muestra recoge campanas
desde el siglo XV al XX y cuenta con paneles informativos que explican la
creación de las campanas, los significados de los distintos toques, la función
y el funcionamiento de las mismas.
Todo lo bueno se acaba y, una vez finalizada la última visita programada,
subimos de nuevo al autobús y emprendimos el viaje de regreso a casa, muy
cansados, pero un poquito más sabios y contentos por la satisfacción que nos
produce la idea de un trabajo bien hecho.
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