jueves, 2 de diciembre de 2021

Experiencia RAÍCES

 

Cómo ser mejor en cinco tardes (o los jueves inolvidables)

Por los alumnos de PMAR

Todas las tardes de los jueves, se nos preguntaba algo aparentemente muy sencillo en lo que nunca nos habíamos parado a pensar despacio: “¿Cómo me siento?” Hemos aprendido que no vale decir ni bien, ni mal, ni normal. ¡Qué difícil parece! Pero es que existen… infinitas posibilidades. “¿Qué me llevo de hoy?” Era otra de las rutinas de pensamiento. Podemos llevarnos de todo de tooodos los ratos del mundo: una risa, un pensamiento nuevo, un gesto amable, un cariño respetuoso, una mirada, un secreto, una verdad… 

“¿Qué es lo que más me ha gustado?” Es una pregunta muy habitual y qué importante, porque… ¿A que no nos paramos a pensar qué es lo que más nos ha agradado de una clase, de un rato juntos con amigos, de una charla, de un paseo, de una actividad cualquiera con personas más o menos agradables? Pues también hemos aprendido a esto: a distinguir, a opinar, a juzgar sin hacer daño y de forma productiva y mejorable. 

Vamos a intentar hacer un repaso de las muchas actividades que hemos llevado a cabo con Ana, la responsable del taller que hemos compartido en estas semanas. 

·         Una montaña. Una flor. Una playa. El polo Norte. Un corazón contento. Unos pies firmes en el suelo. Una noria. Un pez. Unas escaleras. Nunca imaginamos que una postal en el suelo podía servir para describir nuestro estado de ánimo. 

·         Caos. Ruido. No nos escuchábamos. En parejas debíamos dibujar lo que nos indicara el compañero. No podíamos ver nada. No podíamos indicar con las manos. No podíamos aclarar nada de nada. Solamente describir con la voz el dibujo que el otro no podía ver. Aprendimos a escuchar y a confiar en el otro, porque no había más salida para llegar al final. A controlar nuestros nervios, también. Qué estrés.

        ¿Sabíais acaso, que la vida cabe en un mapa de cartón? Nosotros ese día lo descubrimos. Mapas de gente importante que queremos que esté en nuestra vida con territorios distintos. Mapas de aspectos positivos y negativos de nosotros mismos y de nuestras personas importantes. Puntos rojos. Puntos verdes. Para ver debilidades y fortalezas. 

·         Acabar la tarde con un poema, quién nos iba a decir a nosotros que hasta nos iba a gustar la poesía. El secreto está… ¿en la masa? ¡No! El secreto está en nosotros mismos, solo que no lo sabemos porque no nos conocemos del todo. Y nunca lo haremos de forma completa. 

·         Vitaminas emocionales. Las emociones caben en un tarro de cristal: amor, odio, tristeza, soledad, alegría, angustia (existencial), agobio… El objetivo era guardar únicamente las buenas para poder volver al tarrito cuando uno lo necesite y recordar que está lleno de sentimientos agradables. 

·         ¿Habéis probado, alguna vez, a recortar con tijeras entre dos personas un mismo papel? Es de lo más difícil que hemos hecho nunca. Ese día nos dimos cuenta de que las cosas rápidas salen rematadamente mal y que lo más importante está en pensar una estrategia antes de hacer algo y luego, y sólo luego, hacerlo despacio. 

·         Una torre de espaguetis en dieciocho minutos y, en lo alto, una nube de malvavisco. Debía ser la torre maaaaás alta del grupo. Había torres altísimas, torres que duraron un soplido de 15 segundos, torres rotas, torres gemelas, torres pringosas, torres torcidas, torres a la boloñesa…

     Los antifaces no siempre sirven para ocultar rostros. Hay antifaces que sirven para comprobar nuestra confianza en los demás. Como la prueba que hicimos por parejas: uno de los compañeros guiaba al otro por los pasillos del instituto, que de pronto se convirtió en un laberinto interminable. Nos costó mucho, pero al final lo conseguimos. Confiar en el otro era la forma de llegar a la meta. Salió bastante bien y nos divertimos un montón, como con casi todo.

 ·         Señales cotidianas alrededor. Hay que mirar alrededor: las paredes y los lugares de todos los días están llenos de rincones llenos de significado. Al entrar en clase, encontramos cartas esparcidas por las mesas. Al verlas, parecían señales cotidianas a las que no siempre es sencillo encontrar un sentido. Pero, al detenernos, conseguimos analizar más allá. Teníamos que escoger una que identificara nuestro estado de ánimo. Nos sirvió de mucho porque, a partir de escenas muy normales, fuimos capaces de llegar a conclusiones muy profundas relacionadas con nuestras emociones y con rasgos de nuestra personalidad. 

Para terminar todo esto que os contamos, lo más valioso que hemos aprendido es que se puede avanzar en un montón de cosas personales desde los ejercicios más sencillos y divertidos, que el único lugar desde el que aprender de uno mismo, de los demás y de la vida, no son las clases, fuera también (aunque el insti ayuda), que tras los alumnos y las profesoras que hemos compartido las tardes hay personas iguales con miedos y certezas, con ilusiones y con desgana, también, con esperanzas grandes y angustias pequeñas, que el respeto es la llave para casi todos los caminos, que se puede contar todo si el ambiente que se crea es de confidencialidad amable. Hemos descubierto que aunque nos cuesta hablar sobre nosotros mismos y sobre nuestras relaciones con los otros, ¡nos gusta! Sencillamente, no siempre tenemos claro cómo hacerlo. ¡Que nos ha encantado el proyecto! ¡Que queremos repetir el año que viene! ¡Y que vuelva Ana! (¡Y que Samir y Osama no hagan trampas cuando compitamos en parejas!).

 Gracias a todos por atender nuestra experiencia.

 Los alumnos de PMAR: Samir, Álvaro, Moha, Aniana, Lucas, Sokona, Laila, Ibti y Osama.

 Con la presencia estelar de David (3º de ESO A) y Mario (3º de ESO B).

 Acompañantes en esta aventura de altos vuelos: Laura, Mariana, Bea, Silvia y Rut (Departamento de Orientación).



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