jueves, 29 de enero de 2015

CURIOSIDADES LINGÜÍSTICAS Y LITERARIAS 6

   En esta sexta entrega que nos envía Ascen, recogemos otro juego con el lenguaje que recibe el nombre de “jitanjáfora”. El DRAE lo define como "un enunciado carente de sentido que pretende conseguir resultados eufónicos”, es decir, se trata de un enunciado con palabras inexistentes en la lengua pero parecidas a otras propias del lenguaje. Contamos con todo un capítulo, el 68 en concreto, de la novela Rayuela de Julio Cortázar, una de las obras más destacadas de la literatura hispanoamericana,  como ejemplo perfecto de esta práctica lingüística.



   Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.



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